Cuando los errores técnicos revelan el liderazgo y la cultura

La Trampa de la Simplicidad Aparente

Es un día típico en un centro de datos corporaTIvo. las luces LED parpadean en verde como pequeños guardianes vigilando cada servidor. Todo respira normalidad. Pero bajo esta calma superficial se esconde una cultura organizacional que, sin darse cuenta, está a punto de ser puesta a prueba.

Un técnico camina por los pasillos con la confianza que dan años de experiencia. En su mente, la tarea es simple: conectar un cable. Sus pasos resuenan contra el piso elevado mientras se dirige al departamento de operaciones. «¿Puedo conectar este cable en el servidor? Es algo rápido», pregunta, sosteniendo el cable como si fuera la cosa más inocente del mundo.

El operador de datos levanta la vista de su monitor. Conoce el proceso, sabe que técnicamente esa acción debería pasar por control de cambios. Pero mira la situación y su experiencia le susurra: «No hay riesgo real aquí.» Su respuesta llega acompañada de una sonrisa colaborativa: «No hay problema, te acompaño.»

Juntos caminan hacia el servidor. Sus conversaciones casuales llenan el espacio entre los racks ordenados como soldados en formación perfecta. Un click metálico. El cable se conecta. ¡Misión cumplida!

El técnico regresa a su escritorio, se acomoda en su silla, toma un sorbo de su café matutino. La rutina continúa.

Hasta que los murmullos comienzan a flotar en el aire.

«¿Alguien puede acceder al servidor principal?» La pregunta corta el aire como un cuchillo. Otro compañero se acerca, sus ojos reflejan preocupación: «¿Tú estabas en el centro de datos hace rato?»

El corazón del técnico se acelera. Sus manos comienzan a sudar. La conexión mental es instantánea y demoledora: El cable. Lo que parecía un gesto de colaboración, una tarea rutinaria sin consecuencias, acababa de activar un spanning tree que dejó sin acceso hacia más de 1000 servidores.

Esta historia real que viví en primera persona nos enseña que las lecciones más profundas emergen de los momentos más inesperados, y aunque sucedió en una corporación, sus principios trascienden cualquier tamaño de organización: startups, empresas familiares, departamentos pequeños, incluso nuestras propias dinámicas personales.

Cuando la Cultura Convierte Crisis en Crecimiento

La calma ha regresado al centro de datos. Los servidores respiran nuevamente en sincronía, los dashboards brillan en verde reconfortante, los usuarios acceden sin saber que estuvieron a minutos de un colapso mayor. Pero lo más extraordinario no es que todo funcione de nuevo.

Lo extraordinario es lo que NO pasó.

No hubo gritos que atravesaran los pasillos. No hubo amenazas veladas en reuniones cerradas. No hubo ese momento tóxico donde alguien es señalado como «el culpable» frente a todo el equipo. En su lugar, algo más poderoso tomó forma: la cultura organizacional mostró su verdadero rostro.

El técnico que cometió el error no solo mantiene su empleo, sino que se convierte en protagonista de una historia de crecimiento. El equipo no solo resolvió la crisis en tiempo récord, sino que salió fortalecido. Los procesos no solo se revisaron, sino que evolucionaron hacia algo más humano y efectivo.

¿El secreto? Esta organización había construido intencionalmente una cultura donde los errores técnicos no son fallas de ejecución, sino oportunidades doradas para fortalecer liderazgo, validar procesos y demostrar valores en acción.

Sin esta cultura construida deliberadamente, la historia podría haber terminado de manera radicalmente diferente. El líder podría haber aprovechado este momento para crear miedo, establecer jerarquías tóxicas o demostrar «quién manda» a través de sanciones públicas. El técnico, anticipando estas consecuencias, podría haber optado por el silencio, condenando al equipo a horas de investigación ciega mientras los sistemas permanecían caídos.

Pero con cultura, todos conocen las reglas del juego antes de que comience la partida. Las expectativas son claras, las consecuencias son transparentes, y tanto los aspectos positivos como los negativos están previamente analizados y comunicados con intencionalidad. Resultado: infraestructura más resiliente y ambiente de trabajo más humano.

Liderar desde la cultura

Este caso refleja una tensión muy común en el mundo TI: la que existe entre la urgencia operativa, la confianza entre colegas y la necesidad de respetar procesos rigurosos.

El error no fue conectar el cable. El error fue pensar que no valía la pena comunicarlo.
Y eso no se resuelve con más normas. Se resuelve con liderazgo y cultura.

Antes del incidente:

El líder debe haber sembrado las bases. No solo explicar el qué, sino el por qué. No solo exigir el proceso, sino cultivar el propósito. Crear un ambiente donde todos puedan hablar, preguntar, disentir sin miedo. Donde acompañar no sea saltarse pasos, sino reforzarlos.

Durante la crisis:

El lenguaje corporal importa. El tono también.
La diferencia entre “¿QUIÉN FUE?” y “¿Qué necesitamos saber para solucionarlo?” marca el rumbo de todo un equipo.

El técnico que no esconde, que asume con transparencia, acelera la recuperación. El equipo responde en espejo: con calma, foco y soluciones.

Y sí: esta actitud puede enseñarse. Se entrena. Si está en la cultura, se vuelve reflejo.

Después del incidente:

Con todo en orden, llega la hora del aprendizaje.
Revisar procesos, reforzar lo que funcionó, ajustar lo que falló. Reconocer la honestidad. Celebrar la transparencia.

Si corresponde una consecuencia disciplinaria, que se gestione con equidad. Nunca como castigo al acto de informar. El miedo no construye resiliencia. La confianza, sí.

Convertir este aprendizaje en casos reales, compartidos en reuniones, en espacios de formación, en historias vivas que refuercen los valores… eso es cultura.

Preguntar “¿Qué necesitas para que no vuelva a pasar?” en lugar de “¿Por qué lo hiciste?” también es cultura.

Desafío para líderes TI

Esta historia deja una enseñanza clara: no es suficiente tener procesos. Hay que tener cultura. Hay que liderar con empatía, porque es en esa combinación donde se forjan los equipos fuertes.

El liderazgo en TI no es solo técnico. Es profundamente humano. Es crear entornos donde la claridad y la confianza conviven. Donde los errores se transforman en puentes hacia la mejora.

Piensa en tu equipo:
¿Se sienten con la libertad de admitir un error?
¿Tienen un espacio seguro para aprender de ellos?

Te invito a que hoy dediques algunos minutos a sembrar ese espacio. Una reunión, un mensaje, una conversación. Lo que siembres ahora puede evitar la próxima caída… o convertirla en el comienzo de algo mejor.

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